Leopoldo Lugones



Oceánida

El mar, lleno de urgencias masculinas, bramaba en derredor de tu cintura, y como un brazo colosal, la oscura ribera te amparaba. En tus retinas, y en tus cabellos, y en tu astral blancura rieló con decadencias opalinas esa luz de las tardes mortecinas que en el agua pacífica perdura. Palpitando a los ritmos de tu seno hinchóse en una ola el mar sereno; para hundirte en sus vértigos felinos su voz te dijo una caricia vaga, y al penetrar entre tus muslos finos la onda se aguzó como una daga. __________________________________________ Вернуться на страницу автора


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